
Introducción
Si alguna vez has sentido un dolor incómodo en la rodilla después de correr —ese que empieza suave y termina obligándote a parar—, no estás solo. Es más común de lo que crees, tanto en corredores aficionados como en deportistas élite.
La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, ese dolor tiene una causa clara y tratable. Las molestias en la rodilla al correr pueden relacionarse con falta de fuerza, sobrecarga, técnica de carrera o incluso con el tipo de calzado que usas. Es decir, no siempre es una lesión grave, pero sí es una señal de que algo necesita atención.
En este artículo te explico, de forma sencilla pero basada en lo que dice la ciencia, cuáles son las causas más comunes de dolor de rodilla al correr, cómo saber si deberías consultar, y qué opciones hay para seguir entrenando sin poner en riesgo tu salud.
¿Por qué me duele la rodilla al correr?
El dolor de rodilla en corredores puede tener varias causas, y no siempre es una sola. A veces se trata de una sobrecarga por aumento repentino en la distancia o la intensidad; otras veces, de un desequilibrio muscular o una técnica de carrera que hace que una zona trabaje más de lo que debería.
Existen ciertos diagnósticos que se repiten con frecuencia en personas activas. Aquí te comparto los más comunes:
- Síndrome patelofemoral: es una de las causas más frecuentes. Suele generar dolor en la parte frontal de la rodilla, especialmente al subir o bajar escaleras, o al estar mucho tiempo sentado.
- Tendinopatía de la banda iliotibial: también conocida como «rodilla de corredor», es común en corredores que hacen entrenamientos con cambios de ritmo o muchas lomas.
- Condromalacia patelar: se da cuando el cartílago detrás de la rótula comienza a desgastarse. Afecta más a mujeres jóvenes con hipermovilidad o poco fortalecimiento del cuádriceps.
- Sobrecarga por mala técnica o mal calzado: correr con zapatos inadecuados o con una técnica poco eficiente puede afectar la alineación y aumentar el riesgo de lesión.
- Lesiones meniscales o bursitis: menos comunes en corredores recreativos, pero son posibles si hubo un mal movimiento o trauma.
Identificar cuál es la causa requiere una evaluación individual, porque cada cuerpo y cada forma de correr es distinta. Pero si entiendes lo que puede estar detrás del dolor, es más fácil tomar decisiones que te ayuden a mejorar sin parar por completo.
¿Cómo saber si es una lesión o solo una sobrecarga?
Es normal sentir cierta fatiga o incomodidad leve después de correr, sobre todo si estás retomando el entrenamiento o aumentaste la intensidad. Pero hay señales que nos indican que el cuerpo necesita más atención.
Estas son algunas situaciones en las que vale la pena detenerte y consultar con un especialista:
- El dolor persiste por más de 3 días, incluso sin entrenar.
- Notas hinchazón o inflamación visible en la rodilla después de correr.
- Sientes chasquidos, bloqueos o sensación de que la rodilla “falla”.
- El dolor aparece incluso al caminar o estando en reposo.
- Te despierta en la noche o interfiere con tus actividades diarias.
Estas señales no siempre indican una lesión grave, pero sí justifican una evaluación médica para evitar que el problema avance. Muchas molestias se resuelven más fácil cuando se identifican a tiempo.
¿Qué hacer si tengo dolor?
Lo primero que debes saber es que no siempre es necesario dejar de correr. A veces, hacer pequeños ajustes y darle tiempo y atención al cuerpo puede ser suficiente para mejorar.
Si sientes dolor de rodilla después de correr, aquí hay algunos pasos simples que puedes seguir mientras decides si debes consultar:
- Reduce temporalmente la carga: baja la intensidad, distancia o frecuencia de tus entrenamientos.
- Aplica frío local si hay inflamación o el dolor aparece justo después del ejercicio.
- No tomes antiinflamatorios sin indicación médica, ya que pueden enmascarar el dolor sin tratar la causa.
- Evalúa tu técnica de carrera y tu calzado: muchos pequeños errores acumulados generan molestias.
- Escucha a tu cuerpo: si el dolor no mejora o empeora, es mejor no esperar más y consultar.
¿Puedo seguir corriendo si tengo dolor de rodilla?
Depende. No todos los dolores son iguales, ni todos los cuerpos responden de la misma manera. Algunas molestias leves pueden mejorar ajustando la técnica, el volumen o el terreno donde corres. Pero cuando el dolor es persistente o aparece en cada entrenamiento, seguir corriendo sin revisar la causa puede empeorar la situación.
Siempre se debe individualizar. Hay casos en los que el entrenamiento puede continuar, pero con modificaciones específicas: bajar la carga, trabajar la fuerza muscular de cierta forma o hacer un proceso de readaptación progresiva.
Lo importante es no normalizar el dolor. Correr debe sentirse bien. Si sientes que algo no está funcionando como antes, vale la pena hacer una pausa, revisar y volver con más seguridad.
Para terminar
El dolor al correr no debería ser parte del proceso. Sentir molestias ocasionales es normal, pero si el cuerpo insiste con señales, merece ser escuchado. A veces solo necesita descanso, otras veces un cambio en el entrenamiento o solo fortalecer.
Correr es una excelente forma de cuidar la salud física y mental, pero hacerlo bien implica también aprender a parar, evaluar y ajustar cuando es necesario. Nadie conoce tu cuerpo mejor que tú, y prestar atención al dolor a tiempo puede ser la diferencia entre una pausa corta y una lesión prolongada.
Espero que este artículo te haya dado herramientas claras para entender mejor tu dolor y tomar decisiones informadas. Porque correr con confianza no es solo ponerse los tenis y salir: es también entender tu cuerpo, tus límites y lo que necesitas para mejorar. Correr bien es correr con información.
Referencias bibliográficas
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